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14/9/14

Con Dios de testigo


Era la profesora de música de aquel prestigioso colegio católico. Era mi primer empleo como docente. Tal vez, demasiado joven y sin experiencia en la educación de las jovencitas. Pero estaba allí y daría lo mejor de mí.
- Sor Mercedes, La señorita Rodríguez será la nueva maestra de música - Nos presentó la Directora del colegio. - Puedes mostrarle el colegio y su salón de clases.


Fue ese día que la conocí. Callada, muy devota de Dios. Le decían "Sor-Sorpresa" pues siempre lograba sorprender a las jovencitas del colegio cuando estaban por causar algún lió o hacer alguna travesura. Tenía unos ojos azules intensos. Creo que jamás en mi vida había visto unos ojos así, tan bellos. Casi nunca hablábamos. Su misión era cuidar y educar a las jovencitas no hablar. La mía era enseñarles música nada más.


Al tercer mes de mi llegada, logré que la junta escolar aceptara una propuesta mía, a participar en un concurso de música en una ciudad vecina.
Con buenos ojos acogieron mi propuesta y allí estaba yo con las mejores jovencitas con talento musical. Tratando de que la práctica y el amor a la música nos llevara a ese concurso.
Con dos meses y medio de intensa práctica... mis expectativas estaban ya superadas. Creía realmente que estas cuatro chicas elegidas ganarían el concurso.
Bach, Beethoveen, Mozart... todos los grandes de la música estaban allí observando a mis alumnas... Por Dios, era tal mi orgullo por ellas... que ya las hacia ganadoras del concurso.
Llegó ese día. Y Sor Mercedes fue la encargada de acompañarnos a las cuatro participantes y a mí en ese viaje.
- Solo 3 días y ganaremos el concurso - les decía a las chicas. Ella solo escuchaba. No decía ni una palabra. Pero su mirada me intimidaba. Era tan intensa cuando la fijaba sobre mí.
Llegamos tarde al hotel. Pues un pequeño desperfecto mecánico en el colectivo nos demoró en el camino por dos horas. Pero Sor Mercedes tenia todo planeado y ya preparado. Después de la cena, dio la orden de ir a dormir. Y como todas adolescentes no querían. Pero Sor Mercedes hablo de nuevo y el bullicio se acabo... y calladas se fueron a dormir.
Compartía el cuarto con Sor Mercedes. Cuando ella entro en la habitación después de haber pasado por los cuartos de las chicas. Yo estaba bañándome. Y salí envuelta en la bata del hotel. Ella estaba de rodillas al lado de su cama rezando. No tenía puesto su habito de monja. Tenia un camisón blanco largo hasta casi los pies y bien cerrado al cuello.
Su pelo era rubio. Su cara hermosa. Siempre había querido verla sin su toca y habito... y la estaba mirando. Ella rezaba y yo la observaba. Tan bella, Esos ojos azules me alucinaban.
No podía estar pensando esas cosas, me decía para mis adentros. Pero no podía dejar de mirarla. Me gustaba Sor Mercedes. Pero tenía que calmar ese deseo. Si llegaban a enterarse en el colegio de mi orientación sexual... quedaría en la calle sin empleo. Y se acabaría mi carrera docente. Debía dejar de pensar en ella. Pero es que desde el día que la conocí sus ojos no se apartaban de mi mente... y en ocasiones cuando me miraba, me parecía que me miraba demasiado, aún cuando solo fuera un instante el cual su mirada se cruzará con mis ojos.
Ella Había terminado de rezar y yo estaba parada en medio de la habitación mirándola. Tan absorta en mis pensamientos que no me había percatado de su mirada fija en mi.
-Señorita Rodríguez, será mejor que se acueste. Ya es tarde. - Me dijo. Acostándose en su cama y dándome la espalda.
- Sí, sor Mercedes, mañana será el gran día - Y quitándome la bata, desnuda me acosté en mi cama.

Esa noche fantasee con que ella se metía en mi cama y me hacia el amor. Me despertaba a cada rato. No podía dormir. Me estaba quemando el deseo.
Sor Mercedes me despertó y sin esperar que me levantara salió del cuarto. Aquella mañana tuvimos el ensayo en el anfiteatro. Mis alumnas estaban muy nerviosas... y yo también lo estaba y no sabía como calmarlas... sino podía calmarme yo misma.
Ella se acercó a las chicas y habló con ellas durante más de 15 minutos.Charla de la cual no me dejo participar... Pero lo que haya dicho convenció a mis alumnas de que eran las mejores y esa noche entraron al anfiteatro contentas y sin nervios. 
Frente a un teatro lleno. Yo sentí pánico de escena... pero ellas no. El aplauso de los espectadores resonaba. El presentador decía uno a uno sus nombres, ellas saludaban. Hasta que me nombraron y Sor Mercedes me empujo detrás del telón. Y salí. Caminé temblando hacia el centro del escenario. y Salude. Al darme vueltas, las vi a las cuatro... sonriendo. Y solo Dije susurrando: "Toquen con pasión"
El silencio inundo la sala. Detrás del cortinado del telón yo las miraba. Escuche los primero acordes de la melodía elegida... temblaba. Ella me tomo de la mano, sorprendiéndome y me dijo: - Todo saldrá bien - me miraba fijamente con sus ojos azules tan hermosos - Tocan para Dios, ese es su mejor premio.
Su mano tibia y pequeña apretaba fuerte la mía. Una sensación de ternura me recorría toda. Mi respiración se desaceleraba. Ya mi cuerpo no temblaba. El aplauso al unísono de todos en la sala me volvió a la realidad. Ella me soltó y aplaudía también.
Esa noche lleve a las chicas a cenar a un restaurante. Sin Sor Mercedes. Quien nos había permitido la salida... con la condición de volver a las once de la noche.
Apenas entre al cuarto... mire el reloj. Sor Mercedes debía estar furiosa. Ya que eran las doce de la noche. Sentí el ruido de la ducha y supe que ella se estaba duchando. Y el deseo de entrar al baño y verla desnuda me atrapo. Pero no podía hacer eso. Algo me paralizaba en medio de la habitación. Ella no había escuchado que yo ya estaba en el cuarto cuando salió envuelta en una toalla. Me di cuenta de eso, porque al salir del baño y verme parada ahí, volvió a entrar al baño rápidamente.
Pude advertir que tenía un buen cuerpo. El deseo ya era irresistible. No me movería de ahí. Ella tendría que salir otra vez del baño. Vi su habito sobre la silla. Y su camisón sobre la cama. Tendría que venir a buscar su camisón para cambiarse. Y acostarse a dormir. Me senté en mi cama mirando hacia la puerta cerrada del baño. No tardo mucho... ella volvió a aparecer, esta vez, con la bata del hotel puesta. Camino sin mirarme hacia su cama, tomo el camisón y regreso al baño. Y volvió a salir ya vestida para dormir. Se arrodillo al lado de su cama. Rezo y se acostó dándome la espalda.
No me había dirigido la palabra. Me levanté, tomé una ducha... Necesitaba enfriar mis pensamientos. Apagar ese deseo incontrolable que sentía hacia Sor Mercedes. No podía desearla así. Estaba mal lo que sentía por ella. Ella dormía cuando volví al cuarto. Me acosté desnuda. Intentaba dormir en vano. Solo daba vueltas y vueltas en la cama. Y en la oscuridad fantaseaba con ella. El deseo era tal, que ya la sentía levantarse de su cama y venir a la mía. El sudor en mi cuerpo me corría. "El diablo estaba en mi" Seguro dirían. Ardía deseándola. Sentía su mano sobre mi frente. Soñaba que ella comenzaba dulcemente a acariciarme. Mi imaginación ya volaba. Ella estaba allí en plena oscuridad sentada en mi cama acariciándome. Estaba delirando. De pronto Quito las sabanas que me cubrían... 
 No podía ser este sueño tan real sobre mi piel. Pues sentía sus manos acariciando lentamente mi cuerpo. Cuando sentí su cuerpo sobre mí... y su boca besando la mía... la realidad y el sueño se parecían... Su respiración me enardecía. No estaba soñando... no era un sueño. Ella me estaba haciendo el amor. Mis manos buscaron su cuerpo y lo exploraron. Mis labios besaron cada centímetro de su piel. El deseo era ya incontrolable. Nos besábamos con una pasión desbordante. Sus manos en mis senos, su boca jugando con mis pezones erectos. Sus gemidos y los míos se mezclaban. Cada centímetro de su cuerpo era mío, y yo me lo devoraba.
No había sido un sueño. Cuando desperté esa mañana... Ella estaba desnuda abrazada a mi cuerpo. Sus ojos azules me miraban. Intente hablar. Pero me calló con un beso. El teléfono sonó y una de las alumnas nos avisaba que ya estaban en el hall del hotel esperándonos para ir a desayunar.
Ambas nos levantamos de la cama sin decir una palabra. No hablamos del tema. Pensé que no era el momento. Bajamos y desayunamos con las chicas. Por la tarde, paseamos por la ciudad. Y Por la noche, la gran final del concurso.
El gran momento llegó. El anuncio final. "Y el ganador de este VIII concurso musical escolar... bla bla bla Ya ni escuchaba. Mis alumnas sentadas a mi lado se tomaban de la mano. Y yo la miraba a ella. Que estaba lejos de mí. No escuchaba nada. Pero la vi sonreír. Mis alumnas saltaban y se abrazaban. Ella se levanto de su silla y camino hacia mí.
- Ve por el premio Elena - Dijo, Fue la primera vez que me llamo por mi nombre de pila. Habíamos ganado. Y no me importaba.
Subí al escenario porque ella me acompaño. Recibí el trofeo junto a mis alumnas. Vi la gente aplaudir. Estaba aturdida. Solo pude decir "Gracias"

De vuelta al colegio. Todo el mundo nos felicitaba. Pero yo ya era otra. No podía olvidar lo sucedido. Y aunque en el viaje de regreso había intentado hablar con Sor Mercedes... Ella me había evadido. Y lo siguió haciendo. Se negaba a hablar de lo que había pasado entre las dos. Nunca podía estar en un lugar a solas con ella para hablarle. Trataba de hablarle por teléfono pero me cortaba.
Casi un mes había transcurrido del concurso. Cuando al llegar al colegio esa mañana... varias alumnas susurraban en el patio
- ¿Sé ira a otro colegio?
- Dicen que vuelve al convento
- Que lastima ¿no?
No sabía quien se iba. Pero algo me decía que debía averiguar. Acudí a la sala de profesores. Y allí los comentarios me pusieron al tanto.
-Sor Mercedes se vuelve al convento...
¿Queeé? Salí a buscarla. Recorrí el establecimiento. Pero no la encontraba en ningún lado. Solo había un lugar donde podía estar... Y allí fui.
Entre en la capilla del colegio. Y la vi de rodillas frente a Cristo. Me acerqué a ella.
- Sor Mercedes ¿es cierto qué se va? - Le pregunte interrumpiendo su rezo. Me miro con sus ojos azules intensos y llenos de lágrimas.
- Debo irme. Elena, cometí un pecado mortal. Traicione a mi Dios. Traicione mi fe. Deje que el pecado de la carne se apoderara de mí...
Me arrodille a su lado e hice mi confesión.
- yo la amo Sor Mercedes
- Elena... yo también. Pero no puede ser. Este amor es pecado. - Y se levanto y llorando salió corriendo de la capilla. Salí detrás de ella. Pero no pude alcanzarla. En la puerta de la capilla una traffic estaba esperándola. Ella se despidió de la directora del colegio y subió al vehículo y se marcho.
La deje ir. La deje huir de mí. Nunca la busque. Abandone el colegio cuando el año escolar termino. Busque empleo en una simple escuela pública. Y seguí mi vida. Nunca supe de ella. Pero con Dios como testigo. Yo nunca pude olvidarla.

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