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19/9/14

No puedes


Sus labios, suaves, finos y rojos me besaban. Sus brazos me abrazan, Nuestros cuerpos bailaban en la habitación. Whitney Houston cantaba la canción de su película, El guardaespaldas. A ella le encantaba ese tema. Y yo siempre le decía que me gustaba más la versión original de Dolly Parton. El mundo desaparecía cuando ella se abrazaba a mi cuerpo. Yo me derretía en los suyos... besándonos, acariciándonos, amándonos. Era el momento perfecto y romántico que nos tenía a las dos abrazadas, bailando y susurrándonos palabras de amor...


El instante eterno que no se olvida... y todo comenzó a temblar. Las cosas, los muebles en la habitación temblaron y todo se vino al suelo. No podíamos mantener el equilibrio y ambas caímos al piso. Y al instante de caer, de su lado, el piso se abrió bajo su cuerpo cayendo ella en un abismo negro y sin fin... y yo solo gritaba asustada, absorta, sin poder entender lo que pasaba... de rodillas con mis manos estiradas hacia el abismo negro y sin fin... sintiendo que la perdía.
Una cachetada... desvió mi cara. Y ahí estaba ella mirándome. Gritándome. - "Es solo una pesadilla, Por favor, abrí los ojos"-
No sabía que decirle, mis ojos se quedaron clavados en ella. Al darse cuenta que la miraba, prosiguió con su sermón.
-"Por Dios, Laura, levántate de esa cama, llevas una semana encerrada... "- Y no sé que más decía, pues no la estaba escuchando. Con mis manos tape mis oídos y solo veía sus labios articular palabras que no oía.
-"Déjate de hacerte la estúpida, sé que estas mal, pero que vas a hacer, Vas a emular a Nicolás Cage en Leaving Las Vegas"- Y de un golpe en mi antebrazo separo mi mano de mi oído derecho.
-"Levántate ya"- grito mientras caminaba hacia la ventana, en su trayecto tropezó con vidrios de un vaso roto en el suelo Pero seguía con su discurso
-"¡Aja!, estuviste escuchando ese viejo tema de José Feliciano, La copa rota..."-
No quería escucharla. Cerré los ojos. Y ella abrió la ventana de par en par dejando que los rayos del sol entraran de lleno en la habitación, y al abrir mis ojos la luz me cegó más.
-"Vamos, te preparo el baño..."- y escuche que estaba en el baño abriendo la canilla de la ducha.
-"Déjame sola Giselle"- Le grite. Acostándome de nuevo, abrazándome a mis piernas. Pero salió del baño, y con voz más enérgica me sermoneo...
-"Este cuarto huele a tabaco y alcohol, no puede ser eso. Por Dios, eres una mujer ya, déjate de tonterías... "- Y yo me aislé para no escucharla. Pero la conocía. Y sabia que no se iría hasta no conseguir su cometido.
De mala gana, como en cámara lenta, me levante y camine como un zombie hacia el baño. La vi sonreír.
-"Voy a prepararte café, veré que hay para que comas..."- y se desapareció.
Entre en la ducha vestida, y apoye mis manos contra la pared, dejando que el agua golpeara en mi cara, y me comenzara a mojar toda.
No la escuche entrar. Se acerco y tomando el pote de champú me hablo:
-"¿Que haces? ¡Vamos báñate!"- Y comenzó a lavar mi cabello. Y yo me quede quieta mientras ella me lavaba la cabeza. Luego me ordeno levantar los brazos, para sacarme la remera, le obedecí. Hice todo lo que dijo, Me desnudo completa y me baño como si yo no pudiera hacerlo. Me seco. Y envuelta en la toalla me llevo a mi cuarto. Me hizo sentar en la cama, a la cual ya le había hecho desaparecer las sabanas. Y solo quedaba el colchón desnudo. Me dio ropa y me dijo que me vistiera, que no era una niña de dos años. Me estaba sermoneando con una voz tan dulce. Y yo solo pensaba que si hacia lo que ella decía, se marcharía a su casa pronto, dejándome a solas y en paz.
Mientras me cambiaba la escuche quejarse del desorden en el que estaba el departamento. Ya vestida, me agache para buscar mis zapatillas, y al mirar bajo la cama, las encontré. Además saque varias botellas de licor, whisky, vodka. Al sacar esta ultima botella, solo pensé donde esta el tequila.
Me puse las zapatillas y fui hacia el living. Y ahí estaba ella pasando la aspiradora y acomodando las cosas que estaban en el suelo. Que quizás yo había tirado anoche, ayer, o anteayer que sé yo, si había perdido la noción del tiempo. Y no me acordaba de nada.
Me fui directo al pequeño barcito y ella riendo detrás de mí, me hablo
-"¿Buscas esto?"- Mostrándome una botella de Tequila vacía... -"Tarde... ya te la tomaste. No hay más alcohol en esta destilería" - Se acerco y me condujo a la cocina. Me sentó en una silla frente a la mesa, y me sirio una taza de café. La cual tome sin decir nada. Ella volvió a la otra habitación y siguió limpiando. Y yo perdí la noción del tiempo.
Las nubes se veían tan altas, tan blancas... mi vista estaba clavada en el pequeño cielo que podía ver a través de la ventana de la cocina.
Y las horas pasaron, y no me di cuenta. Ella acomodo todo el departamento, Me dio de almorzar. Me hablo, y creo que le respondí. No lo recuerdo. Me iba, me aislaba en mi mundo y olvidaba todo. Me encerraba en mi.
Volví a la realidad, y me encontré sentada en el sofá. Y ella estaba a mi lado. Hablándome sin parar. La escuchaba como si estuviera a varios metros, su voz me era lejana. Pero estaba a mi lado... poco a poco la voz se fue acercando a mis oídos. y la escuche perfectamente...
-"Tu casilla de mensajes esta llena, tu editor llamo 3 veces... habla de un libreto que debes entregar mañana..."- Me hablaba y me miraba sonriéndome. -"Lo has terminado"
-"No se"- conteste. Y trate de recordar que hablaba, llevando mi mano hacia mi frente.
-"Creo que esta listo hace más de un mes... solo hay que imprimirlo"
Ella se para y caminando hacia mi escritorio. Encendió la PC.
-"Pues ven aquí y comprueba lo que acabas de decir y lo imprimes porque lo necesita mañana"
De mala gana me pare y fui al escritorio. Me senté, lo busque en los archivos. Y cuando lo encontré me di cuenta que solo le faltaba corregir la ultima escena. Se lo dije. Y ella solo dijo: "Te traigo café. A trabajar"
Estaba mandándome. Ordenándome todo lo que debía hacer. Y yo obedecía creyendo que se iría enseguida. Pero pasaban las horas y no se iba. Y yo solo quería estar sola.
Como un robot hice mi trabajo. No sé como podía escribir. Pero lo estaba haciendo. Y al terminar, comencé a imprimir el archivo completo.
Ella se acerco y poso su mano sobre mi hombro. Mirando detrás de mí... como yo acomodaba las hojas que salían ya impresas de la impresora y me dijo que la cena estaría enseguida. Que afuera había comenzado a llover a cantaros. Y yo ni cuenta me había dado. Ni de la lluvia de afuera ni de que ella se había ido a cocinar. Ni del tiempo correr.
Cenamos, y me saco charla del clima. Del argumento que yo había tenido que arreglar. Una cena tranquila. Me senti bien. Tranquila con ella allí. Y sentí el deseo desenfrenado de escribir sin parar... ese que muchas veces me atacaba y me aislaba del mundo exterior por horas y a veces días. Se lo dije, y me senté a mi PC.
Ella trajo café. Y yo bebía y escribía. Eran solo ideas sueltas, Pero siempre me sucedía lo mismo. Primero esbozaba miles de ideas y luego dejaba de escribir. Y a los días volvía a esas ideas y sacaba algo en concreto. Era mi proceso de creación.
Ella se sentó callada en el sofá y desde allí me miraba. El silencio reinaba en el departamento. Solo se escuchaba la lluvia golpeando contra los cristales de las ventanas. Y algún que otro trueno. Era una noche ideal para escribir.
Una o dos horas transcurrieron y ella se estaba durmiendo. Afuera no dejaba de llover.
La mire. Y sin dejar de escribir le dije: "Vete a dormir. Que yo tengo para rato acá. Y tú estas cansada" Se sonrió. Y se fue a mi cuarto.
Las palabras se escribían solas. Era como escuchar una voz que las dictaba dentro de mí. Y yo solo las tecleaba.
Sus manos se posaron sobre mis hombros masajeándome, Siempre hacia eso cuando escribía, Me relajaba. Deslizaba sus labios por mis cabellos, besándome.... y yo inmóvil sentía sus besos llegando a mi cuello.
Un relámpago ilumino más el cuarto, que solo se encontraba a media luz... solo iluminado por la pequeña lámpara sobre mi escritorio. Y regrese a la realidad, y me vi sola. Sin sus manos, sin sus caricias, sin sus besos.
El vació me angustio. Ardieron mis ojos queriendo llorar. Pero ya no había lágrimas para derramar. Seco mis ojos habían quedado.
Me sentí sola. Mi puño se crispo... quería romper todo. Levante el puño como para golpear el teclado. Y lo frene hincándome mis propias uñas en la palma de mi mano al cerrar más el puño. Y me quede sentada al frente de mi escritorio sin moverme. En silencio. Escuchando las gotas de lluvia que golpeaban el cristal de la ventana que estaba a tres metros de mi lado derecho.
Por unos minutos creo, el silencio me absorbió... me levante y camine lentamente hacia mi cuarto. Había olvidado que ella estaba durmiendo en mi cama. Dormía tan tranquila, que no quise despertarla. Pensé en tomar una frazada e ir a acostarme al sofá pero sabía que demasiado incomodo.
No quise pensar, solo sentí que necesitaba dormir. Y vestida me acosté a su lado. Cerré los ojos. Y sentí su cuerpo a mi lado voltearse, y su brazo cae sobre mi cintura. Me abrazo dormida. No lo quite ni me moví. Solo me acurruque más, acercando mi cuerpo al suyo. Y me deje llevar por el sueño.

Ella salto de la cama, despertándome... me quede mirándola. Media dormida. No entendía que le pasaba, Buscaba algo en su campera. Fue cuando saco un celular, y comenzó a hablar. Que me di cuenta que buscaba. No había escuchado que estaba sonando ese maldito teléfono.

-"Si amor, estoy bien. ¿Cuándo regresas?"- Se metió en el baño, como queriendo ocultar su conversación, o quizás, para que yo no me despertara, pues no se percato que ya me había desertado pues no me había movido y fingí estar dormida.
Al salir del baño, yo estaba sentada en la cama mirando hacia la ventana, había llovido toda la noche y parece que el sol decidió salir y mostrarse como si nada. Pues entraban de lleno sus rayos a través del cristal.
Me miro, acercándose a su ropa que estaba en una silla. Y vistiéndose.
-"Era Pablo... esta en casa, acaba de llegar..." Se acerco a la cama para despedirse con un beso. "Tengo que irme, nos vemos luego".
No le conteste. Solo deje que me besara en la frente y me di media vuelta y me acosté para seguir durmiendo.
Me levante tarde. Me duche. Recorrí el departamento... dándome cuenta que Giselle lo había dejado impecable. Sentí vergüenza de haberlo desordenado tanto. Pero era mi vida. Y ese desorden no me molestaba.
Pase la tarde intentando escribir... Mi editor llama por teléfono y pidió el argumento. Le dije que lo mandara a buscar que no lo llevaría. Y dijo que en media hora el cadete de la oficina estaría ahí en mi casa...
Y puntual un joven de menos de 18 años, toca a mi puerta. Le di el libreto ensobrado... y volví a intentar darle forma a las ideas que la noche anterior había escrito. Pero nada tenían sentido.
Desde el escritorio mire hacia mi cuarto y el retrato en la cómoda me sonreía.
Había perdido el motivo para vivir... lo sabía. No tenía ganas de nada. Y aún cuando estaba tratando de hacer lo que mejor hacía, de salir de mi dolor, era una pena que no podría superar jamás. Lo sabia. No podía olvidarla. Perderla había sido mi fin.
Desanimada me quede en silencio sentada dejando que las horas pasaran, tratando de no pensar, de no razonar... solo quería cerrar los ojos y verla en mis sueños.
Casi anochecía cuando Giselle abrió la puerta... y entro como pancha por su casa. Recordé en ese instante que tenía llave. Que siempre que yo salía ella venía a regar las plantas de Maya. Esas plantas que tanto adoraba. Y que yo en todos estos días había olvidado por completo.
Corrí al balcón, y allí estaban sus plantas. Florecidas y bellas... Me senté en el suelo junto a ellas. Y acaricie sus hojas recordando como Maya les hablaba mientras las regaba. Era inevitable no ponerme triste. Giselle silenciosamente se acerco y sin decirme nada.... me abrazo.
 Solo se quedo unas horas y luego se marcho a su casa. Para regresar al otro día, y seguir dándome sermones y mostrando que la realidad no era lo que yo quería.
Los meses pasaron y Giselle no se despegaba de mi. Siempre pendiente de mis necesidades. Siempre sermoneándome cuando me aislaba y me dejaba llevar por la tristeza. Conteniéndome cuando la angustia me ahogaba,
Ya se me había hecho costumbre verla llegar a casa, y organizar algo para salir o simplemente acompañarme mientras escribía.
Era sábado y ella había cocinado su especialidad... Pollo al horno con salsa de champiñones... Se suponía que su novio no regresaría hasta el lunes. Madrid o Málaga, no recuerdo donde dijo que estaba. El no estaba nunca. Piloto de avión comercial... vivía en las nubes y en ciudades distintas todos los días.
Reíamos cuando su celular sonó... y su sonrisa se borro al atender. "Como que ya estas aquí, no era que volvías el lunes..." Se levanto de la mesa y se fue hablando por teléfono hacia el living... y yo por dentro maldecía al idiota de su novio que había arruinado nuestra cena.
Nerviosa se despidió... dejándome a solas sentada en la cocina. Cuando escuche cerrarse la puerta detrás de ella. Tire mi plato desde donde estaba sentada en la pileta. Enojada me levante y vacié lo que quedaba de comida de la bandeja en el tacho de basura y comencé a lavar los platos.
Al terminar, tome del barcito una botella de vodka y me tire en la cama a beber hasta que me dormí borracha.
Al día siguiente me desperté con jaqueca, y comencé a darme cuenta que me molestaba que Giselle estuviera de novia con ese estúpido fanfarrón que nunca demostraba quererla, que solo le gustaba lucirla frente a sus amigos. Que nunca estaba y que cuando regresaba quería que ella estuviera esperándolo como la mismísima Penélope esperando a Ulises.
"Maldición" Me grite no puedo estar sintiendo esto. Enojada con mis pensamientos. Me cambie y sal a caminar por la playa... que quedaba a dos cuadras de donde yo vivía.
Vague horas por la arena caliente por el sol... esquivando la marea para no mojarme. Y regrese igual de enojada de como me había ido del departamento.
Su rostro desde el portaretrato en mi cómoda me hablaba diciendo solo "No puedes".

El timbre sonó y al abrir la puerta me encontré con Giselle. Sería, parada frente a mi. Me sorprendieron sus ojos enrojecidos. Se notaba que había llorado. Entro sin decir una palabra, y se sentó en el sillón.
-"¿Que te sucede Giselle?" le pregunte acercándome a ella, sentándome a su lado.

Me miro, y dijo que había terminado su relación con Pablo. Por dentro, me sentí aliviada. Pero no podía sonreírme pues ella estaba llorando.
Trate de abrazarla, pero se paro y nerviosa comenzó a tratar de decirme porque habían terminado... Pues le pregunte si él la había dejado.
-"No fue él... fui yo quien decidió que esto no daba para más. Yo no lo amaba"- Al escuchar esto, no pude dejar de hablarle.
-"¿Y si no lo amabas porque estabas con él? ¿Por qué esperaste hasta hoy?"
-"No lo sé. Me acostumbre a la relación. El estaba poco en casa. Y yo era libre."
No podía entenderla. Si no lo amaba por qué lloraba. Y se le pregunte, a lo cual me respondió con más lágrimas, y más nerviosismo.
-"Tal vez me quede con él... porque no podía estar con quien amaba de verdad...". Se sentó en el sillón. Y llorando, trato de esquivar mi mirada.
-"Giselle, ¿qué estás diciendo?"- Sentía miedo de preguntar a quien amaba.
Respiro hondo, me miro y con los ojos llenos de lágrimas hablo:
-"No podía traicionar a mi amiga, ella era como mi hermana. Debí callar mis sentimientos. Al principio no me daba cuenta de lo que sentía. Pero con el paso del tiempo entendí que estaba enamorada. Tuve miedo. No quise herir los sentimientos de nadie. Y cuando Pablo apareció, él me gusto, por unos meses, creí que había olvidado ese sentimiento que no quería sentir. Pero solo lo quería, me gustaba. Seguí a sus lado, por costumbre o que sé yo... para no correr detrás de la persona que amaba, para no hablar y herir a quien era como mi hermana" Y callo. Tapando su rostro con sus manos. Me acerque a ella. Quise abrazarla. Pero no me anime. Solo apoye mi mano en su hombro para que supiera que yo estaba allí, que podía llorar en mi hombro.
Ella se abrazo a mí. Y sollozando me dijo lo que jamás pensé escuchar de ella.
-"Te amo". El corazón pareció detenerse. Estaba alucinando. Escuchando lo que tal vez, yo deseaba escuchar. Y no podía ser. Los ojos de Maya aparecieron en mi mente. Su voz diciéndome "No puedes" fue un puñal en mi pecho. Me separé de ella. Como si hubiera dicho lo peor del mundo. Se quedo inmóvil mirándome. Volví a abrazarla. Sin decir una palabra.
Pero desde ese día comencé a distanciarme de ella. Sintiéndome culpable de lo que no podía dejar de sentir. Y de lo que más me confundía. Pues mi corazón seguía soñando, seguía aislándome de la realidad, seguía angustiándome con la ausencia de quien no regresaría jamás.
Yo entendía la realidad, pero no quería comprenderla, no quería aceptarla. No quería vivir sin ella. Pero sobrevivía sintiendo que la vida no valía nada. Que no había un motivo o razón para seguir respirando.
Los meses continuaron pasando. Giselle siguió cerca, pero nunca más menciono sus sentimiento. Creo que creyó que yo la quería pero no podía amarla. Y se conformaba con mi amistad.
En mí muchos cambios no había. Seguía La rutina de mi trabajo. Salía lo menos posible al mundo exterior. Prefería aislarme, soñar despierta o dormida con Maya. Seguía amando a quien no estaba a mi lado. No podía superar su perdida. Aún cuando Giselle se metía sin permiso en mi pensamiento. Y mi confusión era bastante grande. Mi amor por Maya seguía intacto.

Me encontraba regando las plantas de Maya. Cuando el timbre de la puerta sonó. El corazón estaba demasiado angustiado. No era buen día para visitas. Y de mal humor me dirigí hacia la puerta, pero al abrirla la angustia se transformo en furia.

 -"¿Qué quiere?" - Le grite a esa persona que nunca me acepto. A esa persona que siempre me odio. Y estaba parada ahí, en la puerta de mi departamento. Con el rostro compungido. Casi era para desconocerla.
-"Necesito pedirte perdón" - Me dijo, bajando la cabeza.
-"Perdonarla"- Grite y comencé a decirle todo lo que tuve atragantado en mi garganta durante tantos años..... "Perdonarla... Ud. Está loca. Con todo lo que nos hizo sufrir. Con todo lo que hizo. Viene ahora a pedir perdón. Acaso su conciencia no la deja dormir..." Me sonreí irónicamente, y proseguí gritándole. " Pues no duerma, jamás podría perdonarla. Cree que voy a olvidar que Ud. Su propia madre, echo a su hija de patitas a la calle, cuando ella le confeso que estaba enamorada de mí. Cree que voy a perdonarle cuando me hizo sacar por la policía de su casa, cuando fui a pedirle, a rogarle que fuera a ver a su hija que la llamaba estando en una maldita cama de hospital luchando contra el cáncer que tenía. Cree que le voy a perdonar que desheredo a su hija por lesbiana y la volvió a aceptar como hija cuando un inadaptado loco maniaco salió a la calle a dispararle a la gente, y una maldita bala perdida le quito la vida a Maya y la convirtió en la noticia de todos los medios de comunicación. Cree que merece que la perdone. No me dejo ni asistir a su funeral. Cremo su cuerpo. No me dejo ni una maldita tumba donde ir a llorarla. UD, Cree que puedo perdonarla..." Estaba fuera de mí. El odio me había transformado. Esa mujer, solo me mirada con los ojos llenos de lágrimas. Y me rogaba que le perdonaba, que sabía que se había equivocado. Que necesitaba mi perdón.
Estaba sacada. Ni me di cuenta que Giselle había aparecido. Y se interpuso entre las dos cuando intente irme encima de esa mujer. Serena le pidió educadamente que se retirará. Y le hizo caso.
Cerro la puerta y vino a mi. Yo lloraba desconsoladamente sentada en el sofá. Ella me abrazo. Y yo me abrace a ella.
Todo los buenos y malos recuerdos de mi vida con Maya pasaban por mi cabeza en milésimas de segundo. Y la angustia en mi pecho, me partía. Giselle no dijo una sola palabra solo se quedo a mi lado, conteniéndome. Sabía que hoy era el peor día de todos. No solo por la visita de la madre de Maya, Sino porque se cumplía un año de su muerte.
De pronto la mire, sus ojos azules llenos de lágrimas me miraban fijamente, Esbozo una pequeña sonrisa. Y me hablo... "No puedes... no puedes olvidarme... pero tampoco puedes dejar de volver a amar... Se feliz" Me beso en los labios. Y cuando abrí los ojos. Desapareció. Y en lugar de los labios de Maya, me encontré besando los labios de Giselle. me sorprendí. Pero no me separe de ella. Solo me abrace a ella.
La vida continuo. Con sus altas y bajas. Fueron varios meses duros y difíciles, pero que soporte con Giselle a mi lado. Y Ella espero, y espero. Hasta que un día pude superar a Maya. Comprendí que nunca la olvidaría. Que siempre la amaría. Pero que la vida continuaba y Mi corazón volvía a amar. Y le permití a Giselle acercarse a mi como mujer más que como amiga.

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